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Capítulo XVII: Las Mil y una Noches
(Parte II: Continuación…)
Llegaron a la casa. Una hermosa casa moderna de dos pisos: en la planta baja estaba la sala, cocina, comedor, un baño y una habitación (que se lo asignaron a la señora Beatrice). En la planta de arriba estaba la habitación principal y dos habitaciones adicionales cada uno con sus respectivos baños. La forma de la casa era un cuadrado de ejes rotados justo al centro de la propiedad. Ese diseño permitía la libre entrada de luz solar y ventilación a los espacios centrales de la casa.
Los grandes ventanales centrales iluminaban completamente todos los espacios interiores de la casa evitando los espacios oscuros en el centro de ella. Finalmente, tenían un pequeño patio privado que daba hacia un mini jardín que Laly se había asegurado en mandar a sembrar allí toda especie de plantas florales. Pero nada de eso era encantador para Flavio, pues su humor se había tornado oscuro como la noche. (Las mejores historias de amor amarasleer.com)
Al llegar a la sala, inmediatamente subieron a sus habitaciones. Ya las habitaciones estaban equipadas con los artículos personales de cada uno, pero para su sorpresa, Laly se dio cuenta que la habitación principal estaba ocupado por las cosas de Flavio. “No me digas…” pensó mientras miraba con incredulidad.
—La habitación de al lado es la tuya, la principal es la mía
—¿Por qué? ¿Están en los términos del contrato? No me lo mencionaste
—No, pero me gustan los espacios amplios y las camas espaciosas. ¿Algún problema?
—No, ninguno. Estoy bien con la habitación asignada. Será un punto a mi favor cuando me toque negociar mis términos
—¿Tus términos? -preguntó él arqueando una ceja
—Por supuesto, en todo acuerdo ambas partes exponen sus términos, eso es algo que el gran Flavio debería saber –dijo ella con picardía- Tú expusiste los tuyos, me falta exponer los míos en este acuerdo matrimonial
Al escuchar “acuerdo matrimonial” sintió como si le vertieran sal a su herida. Como ya estaba de un humor negro (ni él mismo entendía bien la razón) le dijo con sarcasmo:
—Nuestra unión será muy práctica. No tengo inclinaciones románticas–añadió con mayor dureza- te digo esto…
—No es necesario que lo repitas. Creo que no estarías aquí hablando conmigo de esta manera si fueras romántico –intervino Laly con voz cantarina- No hay nada que te haga pensar que yo albergue ilusiones similares, ¿no es así? Como dije anteriormente, pienso darle a esta relación un panorama realista
¡Booom! Flavio sintió que le dieron un batazo detrás del cuello. “No hay nada que te haga pensar que yo albergue ilusiones similares” “pero ¿y el beso que compartimos ¿y lo que creí percibir al besarla? ¿y lo que noté en su mirada? ¿era simple actuación?” -seguía pensando.
Flavio sentía como la sangre le hervía cada vez que pasaba por sus venas. Para ser alguien que buscaba una relación netamente comercial, no parecía muy complacido con su respuesta.
—Entonces pensamos lo mismo. No quiero recibir quejas cuando esté ocupado en asuntos de mayor importancia y no tenga tiempo para ti
—Ya me lo dijiste antes, y no, no me quejaré
—Te advierto que lo más probable es que seamos incompatibles y transcurrido 6 meses, nos divorciaremos según lo acordado
—¿Compatibles? Ni siquiera pensé en esa posibilidad. ¿En qué podríamos ser compatibles? -preguntó Laly ladeando la cabeza
A cada respuesta de ella, Flavio se sentía más molesto. Aunque eran las respuestas adecuadas o esperadas, muy internamente deseaba otro tipo de respuestas, unas respuestas en las que se percibiera el más mínimo interés de su parte, un deseo de ella por él. Definitivamente… los hombres eran seres extraños: rechazaban con frialdad las atenciones recibidas, pero querían las que no podían tener. Ignoraban las que tenían a su alcance, en su poder, pero no soportaban perder lo que creían suyo. Y para hacerlo peor, Laly respondía con total espontaneidad y sin una pizca de tristeza o amargura.
—Te trataré con consideración y respeto, pero no alteraré mi ritmo de vida por ti -siguió con su parloteo mientras sus ojos azules la escaneaban- así que quiero que me des tu palabra de que estarás a la altura de esta convivencia. ¿Estás conforme con tu futuro?
—Ya eso lo dijiste anteriormente. ¿Lo estás tú?
Flavio se encontró con una mirada evaluativa que provocó curiosidad en su interior… “¿qué sentía ella por él?”
—Como ya repetidas veces me has hecho entender la naturaleza de nuestra relación, no tiene sentido que prolonguemos esta conversación, así que me voy a dar una ducha para acostarme-le dijo Laly con la mejor de sus sonrisas y guiñándole el ojo
Pero en ese momento se escuchó el timbre.
—¿Quién podrá ser a esta hora? -preguntó Flavio aún más molesto
El timbre volvió a sonar.
—¿Estás esperando a alguien? -preguntó él
—No, a nadie… ¿y tú?
—Iré a ver
Bajó las escaleras, pero antes de abrir miró por la pantalla de la cámara de seguridad y vio con sorpresa a su abuelo afuera.
—“¿Qué hace él aquí?”
Abrió la puerta, no muy dispuesto a hacerlo, pero no podía dejar a su abuelo esperando por más tiempo.
—Disculpa por venir a esta hora y sin avisar en su noche de bodas, pero había olvidado darles mi regalo, esa vieja cabeza mía…
—Abuelo, podías esperar a que amaneciera. No veo la urgencia
—Sí la hay, y precisamente ese es el problema ¿dónde está Laly?
—¿Problema?
—¿Dónde está Laly? -volvió a preguntar el abuelo
—Aquí estoy abuelo -respondió Laly mientras bajaba las escaleras- ¿Qué ocurre?
—¡Oh querida! Perdona las molestias. Pero es importante
—No es molestia abuelo, siempre serás bienvenido, ¿verdad chiquillo?
¡Bum! Dio vuelco su corazón. De nuevo esa palabra, de nuevo esa familiaridad. Flavio la miró desconcertado.
—Adelante abuelo-siéntese- ¿desea tomar algo?
—No, no hija. Creo que tomé suficiente en la recepción. A mis años, no debo abusar. Y además, no sería prudente de mi parte demorar por más tiempo. Bien a lo que vine -dijo el abuelo extendiendo un sobre
—¿Qué es? -preguntaron los dos al unísono, sorprendiéndose por ello
—¡Excelente! Veo que hay sincronización entre los dos, je, je. -respondió el abuelo complacido- es mi regalo de bodas, ábrelo Flavio
Flavio abrió el sobre y vio dos boletos destino a París.
—Aunque te mencioné que necesitaba que te pusieras al frente de la empresa lo antes posible, la empresa puede esperar una semana más. Es un viaje a París para su luna de miel. Claro, no sé si París es precisamente el lugar al que les gustaría ir, pero es una alternativa. Pueden pasar unos días en París y de allí tomar vuelo para otro lugar. No me importaría si por ello tarden un poco más en retornar
—Pero la fecha y la hora del vuelo es mañana, mejor dicho, ya es hoy, dentro de unas cuantas horas –dijo Laly mientras observaba el boleto
—Sí, por eso vine personalmente a dárselo. Olvidé entregárselo en la fiesta. Así que ya deberían hacer maletas para no perder el vuelo. Deben abordar un avión a primera hora. Yo puedo ayudarlos con las maletas y…
—No iré a ninguna parte-respondió Flavio bruscamente- ya agendé una reunión con todos los miembros de la Junta Directiva a las 11 de la mañana
—¡Tonterías! ¿Por eso no puedes ir de vacaciones con tu esposa? Están recién casados hijo y es importante que lo hagan. Esa Junta se puede posponer hasta tu regreso, o realizarlo en otro horario por videollamada
—Por mí, lo que se pospondrá es ese viaje. Ahora si Laly desea ir, ella puede sentirse libre a marcharse
Gian Marco se lo esperaba, pero al menos sintió la necesidad de intentarlo. Y es que la conversación que había escuchado hace pocas horas lo impulsó a realizar junto con Lorenzo un movimiento rápido de las piezas en este juego de ajedrez, porque la verdadera jugada vendría a continuación, y no era precisamente el viaje a París. (Las mejores historias de amor amarasleer.com)
Eidly Liz
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