Capítulo IX: ¿Y si mi corazón sangra…?


 Novela con protagonista frío amarasleer.com

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Capítulo IX: Recuerdos de un Pasado Incierto

(Parte II)

 

Flavio no era él; cualquier apatía, egoísmo, indiferencia, u otro peyorativo con el que lo etiquetaban y que se había acostumbrado, estaba a punto de irse al traste en ese momento, pues estaba fragmentándose por dentro. ¿Su padre se había suicidado? ¿Por qué no recordaba algo tan importante? No estaba entendiendo nada, sólo sentía una profunda incertidumbre y dolor muy dentro, muy agudo, cual puñal que penetraba y se enterraba, dentro muy dentro hasta el punto de dejarlo sin aliento…

—Ven conmigo –dijo a Laly señalando al auto para que se subiera

Laly no discutió semejante mandato. Tras subirse, él arrancó a toda velocidad, hacia un punto indeterminado en el tiempo y espacio. Tras conducir por espacio de 5 minutos, llegaron a una colina y decidió frenar.  Estuvieron así por breves segundos hasta que él salió del auto. Dando la espalda a Laly, fijó la mirada en un punto impreciso de aquel paisaje. Laly vaciló un poco, pero luego decidió bajarse y situarse a su lado.

—¿Deseas hablar de eso?-preguntó ella

—¿Quién eres Laly? –respondió con una pregunta,  pero sin mirarla directamente

—No, no comprendo la pregunta-respondió Laly sorprendida ante la pregunta inesperada

—Es una simple pregunta; no requiere un coeficiente intelectual muy elevado para responder

—¿Disculpa?

—¿Te repito la pregunta?

—No, no hace falta. Para tu información señor superdotado, en toda pregunta hay un sentido explícito, claro y evidente. Pero también un sentido implícito. Esa pregunta ¿cómo quieres que lo conteste? ¿Usando cuál de los dos sentidos? Podría responder que soy Laly Alessia Ceccoli, estudié educación, ejerzo mi carrera, vivo aquí, tengo 30 años, soy hija única, y puedo continuar… ¿hasta dónde quieres información de quién soy? Pero por la mirada que me acabas de lanzar me imagino que eso no es lo que deseabas escuchar… ¿o me equivoco?

—Dime la verdad, ¿acordaste con mi abuelo para tenderme una trampa? Toda esa sucesión de situaciones aparentemente inesperadas… todo estaba bien planificado ¿no es así? El almuerzo, esos vecinos tuyos que vinieron con el único propósito de hablar de mi pasado, esas amigas tuyas de las que supuestamente me defendías… todo, todo, absolutamente todo era parte de un plan para obligarme a recordar, inmiscuirse en mis asuntos, alterar mis sentidos,  llevarme a un estado, hacia… hacia… ¡bravo! En realidad, subestimé a mi abuelo y te subestimé.

—¿Qué tonterías dices? ¿Crees en realidad que todo lo que hoy sucedió formaba parte de un plan minuciosamente orquestado? ¿Algo así como una gran obra teatral? Entonces amigo o tienes una gran imaginación o eres un grandísimo tonto. Además ¿qué hay con eso? ¿Qué tiene de malo recordar tu pasado?

Hubo un silencio; solo se escuchaba el silbido del viento en las colinas. Si no fuera por los ánimos caldeados, los dos hubieran disfrutado de esa hermosa vista del atardecer, esa sinfonía de color que toca directo el corazón.

—Mírame Flavio, ¿qué tiene de malo recordar? ¿Sabes que creo que pasa contigo? Que eres un cobarde. Tanto cuerpo, tanto tamaño, tanto cerebro para nada te sirve. Creo que recelas tanto del dolor que temes sentir, olvidando que sentir cada emoción sea alegre, triste o dolorosa, es lo que nos hace humanos. De otra manera, no nos diferenciaríamos de ese montón de rocas que vemos alrededor.

—Me has dicho grandísimo tonto, cobarde, cuerpo y cerebro que no sirve de nada. ¡Y pensé que eras tímida, que ni sabías hablar! Esa fue la primera impresión… ¡qué equivocado! Pero ya las cartas están echadas. Nos casaremos. Pero te aseguro que más nunca me podrás volver a engañar. Conseguiré todo lo que deseo por medio de ti, pero al mismo tiempo no te haré la vida fácil. Eso escríbelo

—Esa primera impresión que viste de mí en el despacho de papá fue real Flavio, no fingí; pero no fue precisamente por timidez… ¡si pudieras abrir mi corazón y ver a través de él, entenderías lo que significa para mí volver a verte después de tantos años! Pero no creo que seas capaz de entender ni que tampoco quieras. Pero está bien, como dijiste, las cartas están echadas. Ahora por favor llévame a casa

—No recorrimos tanto y tienes dos buenas piernas, así que úsalas

Y acto seguido se subió al auto dejándola sola en aquel lugar. Estuvo así manejando a toda velocidad. Llegó a San Marino y se dirigió al hotel donde se hospedaba. A pesar de las insistencias de su abuelo de quedarse en su casa, prefirió pagar la habitación de un hotel y convertirlo en su vivienda temporal.                                                                                 (Blog de Lectura Romántica por amarasleer.com)

Al llegar a la habitación, se desvistió y entró directo a la ducha. Abrió la llave y sintió como el agua recorría su cuerpo. Quería dejarse llevar por el agua igual que la espuma que desaparecía. Quería… ni siquiera sabía lo que quería.

Esa noche en la Cueva de Laly…

—¿En serio te dejó allí y se fue? ¿Quedaron en esos términos dos personas que se casarán en un mes?

—¿Qué querías que respondiera ante esa retahíla de tonterías? Ya la primera impresión pasó, ya recobré el juicio, no tengo porque quedarme callada

—Sí, pero…

—Pensé que me preguntaría por su padre, sobre cómo sucedió lo de su muerte, sobre nosotros, sobre su pasado, pero no… ¡es un idiota!

—¿Laly no te das cuenta del problema que tienes?

—¿Yo? Ahora resulta ser que la del problema soy yo

—Siéntate y escúchame que me pone nerviosa que estés dando vueltas por la habitación. ¿Recuerdas lo que una vez me dijiste sobre aquel jefe que nos hizo la vida difícil?

—Sí, algo sobre acción y reacción… ¿Qué pasa con eso?

—Tú fuiste la única que lograste encajar con él, pues lograste entenderlo y luego me ayudaste a mí a llevarme mejor con él. En ese momento, me explicaste que en las personas también se da lo de la ley de acción y reacción. Lo que está pasando a Flavio, tú mejor que yo puedes entender. Flavio siente que lo atacan ¿por qué?

—Pues… porque lo que uno le dice altera sus emociones, pues se trata de su pasado, una herida abierta para él. Él reacciona ante ese ataque con una fuerza igual a como él lo siente. Responde con brusquedad y sarcasmo y se vuelve contra la persona que tiene al frente… en este caso… yo

—¡Eureka!

—Reacciona así cuando siente que invaden algo tan delicado para él: su pasado que ha sepultado durante tantos años. En realidad, su comportamiento tiene más que ver con sus propias luchas, temores e inseguridades que conmigo. No es personal.

—Me dijiste que lo que le pasó tuvo que ser algo muy pero muy doloroso, por lo que reacciona con rudeza

—Sí, es verdad. Parece sincero en lo de no recordar nada, pero al mismo tiempo siente un rechazo tácito hacia cualquier recuerdo y le declara la guerra a cualquiera que intente remover en lo sucedido. Hoy prácticamente me declaró la guerra.

—Es complejo

—Sí, es complicado. No está ni su papá, ni su mamá, que nos ayuden a entender lo que sucedió

—Y el abuelo está tan desconcertado como nosotras

—Si antes no la tenía fácil, después de lo de hoy resultará más difícil para mí

—Amiga no he visto a nadie mejor que tú para escanear el interior de las personas, así que no te preocupes

—Tienes razón amiga. Él, mi tonto bello, no conoce a Laly Alessia Ceccoli. Él quiere saber quién soy en realidad, pues le daré el gusto… está a punto de descubrirlo

Horas más tarde en San Marino…

Flavio ya estaba acostado. Siempre había sido una persona de poco dormir. Tres o cuatro horas de sueño era su máximo por noche. Para él la noche era una continuación del día donde planificaba, resolvía problemas del trabajo, leía, veía alguna película, en fin, cualquier cosa que fuera distinto a dormir. Pero esa noche en particular había dado más vueltas de lo habitual antes de irse a la cama. ¿La razón? Laly.

Es que no podía olvidar el rostro de Laly a través del retrovisor. Su mente pasaba la escena una y otra vez: dejándola sola mientras el carro se alejaba. Con cada recuerdo, su arrepentimiento se hacía mayor. Cuando por fin sintió el sueño ya golpe de las 3 a.m. tuvo una secuencia de pesadillas que lo sobresaltaron. Pero el último de esa secuencia fue la más tenebrosa.                                                                                                                                      (Blog de Lectura Romántica por amarasleer.com) 

—Papi ¿dónde estás? ¿Papá?

Flavio se vio a sí mismo cuando tenía 15 años caminando a lo largo de un pasillo oscuro. Al fondo, estaba una puerta de madera color blanco. Al girar la manilla y entrar a la habitación, pudo detallar que era un despacho con un escritorio y una biblioteca pegada a la pared. Había poca luz, pero entre el juego de luz y sombra vio cómo se giraba una silla y allí estaba él, su padre, prodigándole una hermosa y tierna sonrisa. Pero de repente, como si de un cuadro surrealista se tratara, Flavio vio como el suelo donde estaba sentado su papá empezó a succionarlo con todo y silla. Escucho la voz de su padre llamándolo: “Hijo ayúdame”.                                                                                                                                       (Blog de Lectura Romántica por amarasleer.com)

Flavio se movió para ayudarlo, pero se dio cuenta que sus piernas no le respondían. Lo volvió a intentar con más fuerzas, pero no lograba avanzar como si estuviera pegado al suelo. En ese momento alguien lo tocó en el hombro y giró a mirar mientras seguía escuchando los gritos de su padre. Al voltear vio a su madre detrás de él diciéndole “calla” mientras llevaba el dedo índice a los labios de Flavio. Él giró inmediatamente ante ese contacto que lo sintió desagradable, pero ya no estaba su padre: el suelo se lo había tragado.

Luego, en la penumbra vio parado allí justo al lado donde estaba antes el sillón, un hombre alto (que no lograba verle la cara) con una soga ensangrentada. Otra vez escuchó la voz de su padre llamándolo, pero esta vez procedía de su lado izquierdo. Volteó a verlo, pero ya no tenía la misma dulce mirada ni sonrisa. Sus piernas ya se podían mover y al hacerlo, se fijó que su cuerpo era el cuerpo de un hombre. Se acercó lentamente a su padre, pero al intentar tocarlo Adriano se desmoronó como arena mientras una voz que no precisaba de quién era le dijo: ” ¿por qué lo hiciste?”

En ese momento, Flavio despertó gritando: ¡Papá! Todo empapado de sudor (como si le hubieran echado una cubeta de agua) con el corazón acelerado y las sienes a punto de estallar.

—¿Qué sueño más extraño? ¿Qué significa todo eso?

Supuso instintivamente que años atrás había tenido ese tipo de pesadillas, pero con el tiempo dejó de tenerlos, para hoy aparecer nuevamente; los recuerdos bloqueados estaban emergiendo. Se levantó tembloroso a tomar agua, mientras en su mente resonaba la pregunta de la pesadilla: “¿por qué lo hiciste?”.

— ¿Qué hice, qué fue lo que hice?…

 

Eidly Liz

 

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