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Capítulo XXII: Tu muerte no quedará impune papá
—¡Monstruo! ¡Monstruo! ¡Eres un monstruo! ¡Por eso no tienes papá! ¡Tienes la mitad de la cara estropeada, por eso no tienes papá!
Entre risas, burlas y empujones, el niño abrió paso entre la multitud de niños que seguían haciéndole mofa. Él, ya se había acostumbrado a ello como parte de su rutina diaria. Es más, formaba parte de su educación escolar. Era uno de los motivos por lo que odiaba tanto la escuela y una de las razones de por qué había tenido no pocas batallas con su mamá para no regresar. Pero ella era una comandante mucho más tenaz, siendo su voluntad la que se terminaba por imponer. Para su madre, era necesario que termina su educación y sacara provecho de esas dificultades, pues sabía que si a futuro ella le llegara a faltar, su vida sería mucho más dura. Era necesario que se volviera fuerte y no cediera ante nada ni ante nadie.
Aunque se había convertido en un jovencito fuerte e iracundo, había días que su mundo gris, sin luz y color, se tornaba más oscuro de lo habitual y le minaba las energías. Y hoy era uno de esos días. Por eso, caminando cabizbajo y arrastrado por la tristeza, no se percató que no había tomado la ruta habitual de camino a casa, el atajo que siempre agarraba por ser poco transitado, para evitar las miradas.
Ese día en particular, siguió por la calle transitada. Cuando se dio cuenta, ya estaba cerca de un parque infantil. No quería pasar frente a otro grupo de niños y ser objeto de sus mezquinas burlas… ya no le quedaba fuerzas para luchar. Así que decidió regresar rápidamente. Pero en ese momento, se tropezó con una niña, o mejor dicho, una niña se tropezó con él. Fue tan fuerte el impacto que ella rebotó y calló sentada.
—Lo-lo- siento -se apresuró a disculparse para continuar su camino. Pero se detuvo en el momento en que la niña le dijo:
—¿Por favor me puedes ayudar a levantarme?
Volteó a mirarla
—“Es una niña pequeña, sí, definitivamente pequeña, pero no importa si son pequeños o grandes, seguro me mirará con cara lleno de curiosidad, repulsión o miedo”
Cada vez que recibía miradas como esas, la herida de su corazón dolía. Sin embargo, la niña después de ser levantada, dijo algo completamente diferente de lo que él esperaba.
—¡Hola! Iba corriendo a toda prisa que choqué contra ti, gracias por ayudarme
Sus ojos eran limpios, sin la menor pizca de repulsión. Tampoco lo miraba como si fuera una curiosidad de circo, más bien, ella sonreía. Era una sonrisa feliz. Sus mejillas estaban un poco sonrojadas y sus ojos marrones brillaban. Cuando vio la brillante sonrisa en el rostro de la niña, entendió lo que significaba el resplandor de la luz. Ese día, la luz brilló en su oscuridad.
—¡Toc, toc!
En ese momento un toque en la puerta puso fin a su recuerdo feliz
—¡Adelante! La voz que llenaba el oscuro sótano era baja y profunda
—Aquí está la última investigación que pediste
El hombre (cubierto por una máscara) abrió la carpeta e inmediatamente sus ojos absorbieron la información con vehemencia. Aunque su rostro no se veía, pero la boca que se reveló en la parte inferior era torcida y siniestra, realmente, perversa.
—Bien, me he estado preparando para esto desde hace mucho tiempo -dijo mientras tamborileaba sus dedos sobre el escritorio
Había un profundo desprecio en sus ojos mientras revisaba los documentos
—A uno, lo haré pagar por años de dolor, soledad y abandono, y al otro, por transitar por un camino de rosas. Será bueno que conozcan lo que significa el dolor
Era ira, sí, había ira y cierto tono brutal en su voz y en su forma de hablar. Luego extendiendo la misma carpeta, le comunicó a su subordinado:
—Haz llegar de manera anónima esos documentos al señor Elliot Silverman. Averigua su dirección y asegúrate de que lo reciba
—Sí, señor
—También, selecciona a los mejores del gremio y prepara todo lo necesario para el viaje. Pronto haremos una visita a San Marino
—Como ordene señor
Cuando Jerry se fue, el sótano sin ventana, volvió a quedar en completa penumbra, pues la poca luz que se filtraba era por debajo de la gruesa puerta de hierro. Y al igual que esa oscuridad su mente empezó a fabricar los más oscuros planes.
—Me he estado preparando bien para esto –dijo mientras sacaba de un gavetero la foto de Adriano Stefanelli y lo rozaba con su dedo índice. Con el dinero que me diste he creado un gran gremio de la información. Y, aunque… quizás no utilizo métodos tan correctos ¿al fin y al cabo de qué sirve ser correcto? ¿De qué te sirvió a ti ser una persona tan recta? Fuiste traicionado por esa perversa mujer que amaste tanto, y traicionado por ese hijo a quien le diste todo. Y ahora tu herencia, todo tu duro trabajo lo gozará ese desagradecido y el otro bastardo, la prueba viviente de que para ellos eras solo un bufón. Pero eso les durará poco, sí….
Como si de algo precioso se tratara, dejó la foto cuidadosamente sobre el escritorio. Luego, mitró las fotos de Flavio y Lorenzo que había sacado hace minutos de la carpeta de expedientes. Encendió la pequeña lámpara que estaba encima de la mesa y puso esas dos fotos al lado de la foto de Adriano y se quitó la máscara que tenía puesta.
—Te he seguido de cerca todo este tiempo Flavio Stefanelli esperando con paciencia hacerme fuerte para poder enfrentarte y enterrarte vivo. Y ese momento ha llegado. No tienes idea de la pesadilla que estás por vivir. Sacó también una foto de esa niña convertida en mujer dentro de la gaveta y la miró de cerca
—¡Hermosa! -dijo, esbozando una torcida sonrisa
—¡Tu muerte no quedará impune papá!
Eidly Liz
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