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Capítulo XXX: Serpiente altamente venenosa
(Parte I)
—Beatrice ¿los aperitivos están en la mesa?
—Sí, señora. No tiene de que preocuparse. Ya todos fueron llevados a la mesa de bocados
—No solo la comida, sino todos los demás pequeños detalles están listos, así que vamos a terminar de maquillarte -apuntó Lía
—Está bien, vamos. Lorenzo quedas a cargo
—Entendido
Pasaron un poco más de quince minutos y Lorenzo seguía de pie, sin inmutarse, frente a la puerta de la cocina. Beatrice pasaba casualmente varias veces por allí, pero Lorenzo seguía frente a la puerta, como un soldado en su turno de vigilancia. Eso hizo dudar a Beatrice:
— “¿Será que la señora sospecha algo? Si es así debo abortar el plan, pero si lo hago, entonces…”
Ya conocía la ira de la otra persona. Perdiendo la paciencia, pues cada minuto valía oro, decidió averiguar y asegurarse.
—Lorenzo pareces un… un guardia parado así -dijo de forma casual con una sonrisa en sus labios
—¡Ah sí! Je je
—Pareciera como si la señora te pidió que vigilaras la puerta
—¿Laly? ¡No, para nada! Solo que me tomo en serio las palabras de que estoy a cargo, je, je
—Pero la señora no se refiere que estés ahí parado como un soldadito de plomo sin poder moverte. Me imagino que estás a cargo de estar pendiente, labor que has realizado bien, y sin embargo, yo soy la encargada de supervisarlo todo
—¡Umm! tiendo a exagerar un poco. Por cierto, ya que lo mencionaste, voy un momento al espejo para darle un vistazo a mi look. Los invitados están por llegar
—¡Claro! ¡Ve! Pronto empezarán a llegar los invitados, y hay que darles una buena imagen
Cuando Lorenzo se fue, Beatrice respiró de alivio y se apresuró a entrar en la cocina. Era una oportunidad de oro. Levantó la tapa de la olla de la crema, pero por un momento titubeó: no sabía si echarle el pote de sal o las gotas que llevaba en el bolsillo. Pero después tomó la decisión de vaciar el frasco de gotas, el potente laxante que había comprado. Luego, empezó a buscar qué otros platos podría estropear, pero sorprendentemente todos los demás platos ya se habían retirado, estaba esa única olla, pero no tuvo tiempo para analizar la situación, pues en ese momento se abrió la puerta de la cocina y era Lorenzo asomándose. Tuvo que esconder rápidamente las manos en el bolsillo de su delantal para que no viera el frasco. Mejores series adictivas por amarasleer.com
—Estás aquí, venía justamente a decirte que estuvieras pendiente por mí, pero ya lo estabas haciendo. Muchas gracias; Laly te solicita en el jardín, los invitados están llegando.
—¿La señora me llama? -“lástima que no me dio tiempo de hacer más” (pensó)
Los dos salieron al jardín, con una Beatrrice confiada y satisfecha de haber vaciado el frasco completo en la crema. “Todo se arruinará apenas comenzando” pensó con satisfacción.
Los invitados estaban llegando. Y uno por uno, como si se hubieran puesto de acuerdo, felicitaron por la decoración y el exquisito pero acogedor ambiente.
Laly estaba al lado de Flavio saludando con una vibrante sonrisa. Flavio la miraba por el rabillo del ojo: estaba realmente hermosa, al igual que la atmósfera que había creado; hasta el momento todo marchaba sobre ruedas. La mesa de aperitivos (estilo buffet)) estaba llena de varios y apetecibles bocados. Y la bebida estaba siendo servida (según la preferencia de cada quien) por varios mesoneros con traje de etiqueta que iban y venían atendiendo a todos los invitados.
—No sabía que habías contratado mesoneros. ¿De dónde sacaste a todos esos hombres?
—¿No son unos chicos realmente lindos y geniales? Los solicité de una agencia que presta este servicio. Prestan cuidadosa atención a las exigencias del cliente, especialmente en la parte de que todos fueran altos y lindos. Estoy encantada con ellos
Flavio se incomodó, sin percatarse que era una broma de Laly. Ella se le acercó al oído y le susurró: “pero contigo estoy más que encantada: sigues siendo mi favorito”. Flavio se esforzó por no sonreír cuando sintió que se le esponjaba el corazón; pero aun así, no pudo contener que las comisuras de sus labios se elevaran.
— “Esta mujer sabe realmente como volverme loco” -pensó- mientras veía cómo ella le daba una sonrisa juguetona
—Flavio, Laly, todo está pulcramente hermoso. Los arreglos florales, los aperitivos, la orquesta en vivo, el fondo musical, cada detalle excelente hasta ahora
—Gracias señor Domenico. Mi esposa y yo agradecemos el cumplido
—Espero que siga disfrutando, especialmente de la comida cuando nos sentemos a cenar -agregó Laly con una voz cantarina- realmente preparé todo con mucho esmero
—Tendré que no comer más aperitivos para hacer un espacio para los platos fuertes
—Pues debería -respondió Laly sonriente
—Así será Laly. ¿Flavio, tienes un momento? Te lo voy a robar por unos minutos Laly
—Está bien, sé que es inevitable
Laly vio como Flavio se alejaba con el señor Domenico a un rincón del jardín para conversar
—Todo está saliendo bien hasta los momentos -murmuró Lía cuando se le acercó
—¿Y Lorenzo?
—Está en tu habitación, en su puesto
—¿Alguna otra novedad?
—No hasta los momentos. Pero… ¡vaya! ¿Quién acaba de aparecer? ¿Acaso están volando las serpientes y aterrizando aquí?
Laly sonrió ante el ingenio de su amiga, cuando vio a quién se refería Lía. Pero después la reprendió dulcemente:
—Basta Lía. Sabes muy bien que indudablemente ella vendría. También así es mejor, quizás podemos matar dos pájaros de un solo tiro
—¿Y quién es ese que lo acompaña?
—Realmente no lo sé
—Umm! No está mal para deleitar la vista, de hecho es simpático. Pero debe ser amigo de la bicha; ya por ese motivo me cae mal
Las dos personas que estaban haciendo acto de presencia, se dirigieron hasta donde estaba Flavio para saludarlo.
—Mira, la serpiente altamente venenosa miró hacia acá. Creo que tiene la intención de venir a saludar; voy a aprovechar de ir a tomar una copa de champaña, pues el espectáculo está por empezar
Unos minutos después, Ámber caminó lentamente hacia Laly, con una sonrisa extraña en su rostro. Laly observándola fijamente pensó: “creo que Lía tiene razón, mirándola bien, se mueve como una serpiente”
Eidly Liz
Datos sobre la Imagen: Lorenzo
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