Capítulo III: ¿Y si mi corazón sangra…?


Capítulo III: Guerra Verbal

 (Primer Escenario)

La República de San Marino es un pequeño Estado en territorio italiano que está muy cerquita del mar Adriático y a pies del Monte Titano. Lo conforman 9 pequeños pueblos liderados por San Marino, la capital. Poseedor de muchos paisajes espectaculares, es un país realmente hermoso, que atrapa a sus visitantes por sus exuberantes viñedos y colinas onduladas, sus preciosas callejuelas de piedras y sus castillos que parecieran emerger de los cuentos medievales. En ese delirante país, ese mismo día y casualmente casi a la misma hora, estaba a punto de librarse dos batallas, dos guerras, con sus propios titanes, tanto en la capital como en Montegiardino.                          (100% Novelas adictivas amarasleer.com)

—El abuelo Gian Marco me pidió que me casara con Flavio, porque confía  que puedo ayudarlo. Después de perder a su hijo Adriano, no está dispuesto a perder a su nieto, pues  antes de morir Carmina, le prometió que lo recuperaría.

—¿Recuperarlo en qué sentido?

—Tras el accidente, Flavio ya no era el mismo, emergió otro: sin recuerdos y sin afectos,  lo perdió  todo y se perdió a sí mismo. La abuela Carmina murió con el dolor de ver a su nieto petrificarse poco a poco hasta convertirse en una estatua humana. El abuelo quiere hacer todo lo que esté a su alcance.

—Bueno, tú eres muy buena evaluando a las personas. Siempre he opinado que la Psicología es más tu vocación, pero ¿por qué casarse?

—¿Y cómo ayudarlo a distancia? Necesitamos pasar tiempo juntos, hablar, convivir, tener la oportunidad de ir levantando cada una de sus capas, descubriendo poco a poco cómo acercarme a él.

—Es decir, tendría una psicóloga personal y permanente, con sesiones y terapias diarias.

—Algo así –dijo Laly con una risita ante el sarcasmo de su amiga- pero no podemos vivir juntos sin estar casados.

—No sé, veo que es un enorme desafío lo que te espera. ¿Y cómo logrará el abuelo que ese ogro se case contigo?

—¡Lía, no seas así, no es ningún ogro!

—Está bien, está bien, me retracto

—Pronto tiene que hacerse cargo de los negocios de la familia y el abuelo piensa ponerle como condición el matrimonio. Si él acepta, vendrá a hablar conmigo, pero antes yo debo darle una respuesta al abuelo.

—¿Aún no se lo has dado?

—Estoy evaluando la respuesta. Hablé con papa. Él sabe que de niña me gustaba Flavio y papá le tiene mucho cariño y desea ayudarlo, me dijo que al menos hablara con él y después decidiera; claro, sabe que perdió la memoria, pero no sabe en la clase de hombre que se convirtió.

—No sé Laly… tengo mis reservas… ¿un matrimonio? Eres un ser humano sensible, eres apasionada, desprendida, con mucho para dar y mucha sed de amar y ser amada. ¿Soportarás entrar en un matrimonio sin amor? ¿Bastará solamente el cariño que le tienes? ¿Será suficiente para los dos?

Laly ladeó la cabeza y examinó las preguntas de su amiga, pero no alcanzó a responder pues en ese momento estaban haciendo acto de presencia las tres personas más antipáticas y molestas que Laly ha conocido jamás. Hizo una seña a Lía para que se levantaran y se fueran inmediatamente, pero no les dio tiempo.                      (100% Novelas adictivas amarasleer.com)

—¡Pero vaya! ¿Qué tenemos aquí? ¿El reencuentro de las solteronas más cotizadas? ¿Les hacemos compañía?

—Ya nos íbamos –se apresuró a decir Laly mientras notaba que el mal humor se apoderaba del rostro de su amiga, pues Laly las toleraba, pero Lía… ese era otra historia.

—¡No sean descorteses chicas! Tenemos tiempo sin hacer un reencuentro, para contar anécdotas de nuestras vidas

Ya las tres chifladas (como les decía Lía) estaban sentadas sin esperar la invitación a sentarse.

—¿Ya ordenaron chicas? –preguntó Chiara con voz cantarín fingiendo amabilidad

—Sí, ya comimos y ya nos vamos; estamos un poco apuradas –se apresuró a decir Lía

—Pero es tan solo 10 minutos mientras nos traen café; yo invito e insisto, es un ratico nada más.

Chiara, Orazia y Mellea miraban a Lía y Laly con aire burlón; pero Lía no se quedaba atrás. Así que por breves minutos eso se convirtió en una guerra de miradas, hasta que Chiara, la que había empezado la conversación y llevaba la voz cantante decidió pasar del plano mímico al plano verbal.

—¿Cómo les va chicas? ¿Trabajo? ¿Estudios? ¿Familia? ¿Todavía no han conseguido marido? ¡Oh, perdonen la pregunta! ¿Sonó ofensivo verdad? ¡Es simple curiosidad!.

—No me sentí ofendida –acotó Laly- en términos generales todo va muy bien Chiara

—Supe que tienes planes de mudarte a Italia Lía –dijo Orazia- ¿te salió trabajo?

—Algo así, lo estoy considerando

—Hay que abrir nuevos horizontes. San Marino es pequeño y Montegiardino todavía más; es necesario explorar otras opciones. Mírame a mí, me fui a vivir a Francia y me va muy bien como modelo. Tengo mi propio departamento, carro, novio, lujos. Solo vine a pasar unos días con mi familia –dijo Mellea con una gran sonrisa.

—Y yo vivo más en Italia que aquí –agregó Orazia- vine realmente por unos compromisos laborales y aunque acabo de terminar con mi novio, aún no estoy saliendo con otro porque no he querido, es todavía muy pronto. Por los momentos estoy enfocada en el trabajo. Pero tengo una larga lista de sustitutos en espera. ¿Y tú Laly? ¿Aún nada? Porque hasta supe que Lía tuvo un pretendiente, pero tú…

—“¡Lo sabía!” –pensó Laly- estaban abonando el terreno para llegar a ese punto

—¡Me va muy bien! –contestó Laly de forma tranquila, tratando de obviar la ponzoñosa pregunta- doy clases, estoy en casa, sigo desarrollando algunos talentos, todo marcha sobre ruedas.

—A excepción del amor –remató Chiara con una dosis de veneno letal- Yo en tu lugar Laly eso me causaría trauma, de verdad. Iría al psicólogo para saber lo que está pasando conmigo, pues llegar a los 30 años y jamás un pretendiente, un novio o lo que sea. Que ningún hombre se haya fijado en mí… eso debe doler, lastimar la autoestima, el amor propio. Yo por ejemplo, he tenido una larga lista.

Ese era el estilo de Chiara: cuando hablaba fingía empatía, al mismo tiempo que destruía a su oponente.

—Sí Chiara –se apresuró a decir Lía también con su toquecito de veneno- ¡todos sabemos la cantidad de amantes que has tenido en tu vida! Eso lo tenemos claro. Le haces competencia a la masa de pizza, eso en  ser amasada tanto, ¡uff! Creo que sonó ofensivo, pero cosas que pasan entre amigas, sabes, debido a la confianza.

Lía le lanzó una mirada de satisfacción a Laly, mirada en la que le decía: “por ti amiga, se lo merecía”. Pero Chiara solo quedó impávida por breves segundos… después volvió nuevamente al ataque… o contraataque.

—Laly ¿en serio que nada de nada? No me digas que sigues siendo… ¡no! 

Llevándose ambas manos a la boca y con cara de espanto, finalizó con su toque mortal:

— ¿Sigues siendo…? ¡Amiga eres un dinosaurio! -Y no hubo que esperar mucho tiempo para escuchar las risitas burlonas de sus otras dos amigas.

—En realidad eso no es asunto tuyo –se defendió Laly de forma serena- pero si te pica la curiosidad sí lo soy y con orgullo, pues mi decisión es no ser el pasatiempo de ningún hombre. Por el hecho que tú hayas decidido serlo, no significa que deba ser igual, cada quien es diferente y escoge lo que desea ser. El día que ya no tenga esa condición es porque me he casado con una persona que me ame profundamente, me respete y desee ser el papá de mis hijos, no merezco menos.

—¡Uy! No era conmigo y me dolió –dijo Lía con satisfacción

—Pues Chiara también se va a casar –se apresuró a decir Orazia- ¿no le ves el anillo de compromiso? Chiara en ese momento irguió su mano con cara triunfal.

—En cambio tú Laly –continuó diciendo Orazia- jamás te hemos conocido ni siquiera pretendiente, así que ¿cuándo lucirás un anillo como ese? ¿Después de los 50?  Nuevamente se escucharon risitas, pero por poco tiempo, pues…

—Fíjense que pronto un príncipe vendrá a pedir la mano de su princesa Laly en matrimonio –aseguró Lía

— ¿Qué?

Se escuchó al unísono. Hasta la cara de Laly fue de sorpresa al principio y después de súplica, rogando a su amiga que no continuara hablando.

—¿Pero quién?

—Con un exitoso empresario que vive en Estados Unidos: Flavio Stefanelli

En ese momento Laly empezó a sudar, pidiendo que la tierra la tragara con todo y silla. Sí, no había mejor opción.                 (100% Novelas adictivas amarasleer.com)

—¿Quién? ¡Me suena! –se escuchaba entre murmullos

—Ah! ¡Ya recuerdo! –dijo Orazia- El gordito hijo del señor Adriano que se fue para Estados Unidos y nunca regresó, era lindo de cara…  pero redondito como su papá

—¿Y qué tiene? Es un empresario exitoso y quiere a Laly -acotó Lía

—Además, a mí nunca me ha importado esas cosas, es lo menos en que me fijo –agregó Laly- lo importante es que su corazón sea mío y yo de él y ha mantenido su promesa de amor. Por eso me he reservado durante todo este tiempo, solo para él. No creo que ninguna de ustedes tienen una historia de amor tan profunda que puedan compartir con nosotras esta tarde, así que si nos disculpan, tenemos otras cosas que hacer y no simplemente esta aburrida tertulia. Levantándose, se fueron dejando a las chicas totalmente desarmadas…

—¿Amiga que locura acabo de hacer? –preguntó Laly nerviosa

—Lo hecho, hecho está amiga. Anda marca al abuelo y dile que sí a la propuesta. Aceptas la visita de Flavio pues deseas casarte con él.

—No puedo, me tiemblan las manos

—Dame acá, yo escribiré el mensaje

 

Eidly Liz

 

(100% Novelas adictivas amarasleer.com)

(100% Novelas adictivas amarasleer.com)

Novelas adictivas amarasleer.com

3 respuestas a «Capítulo III: ¿Y si mi corazón sangra…?»

  1. Avatar de Jesús Herrera
    Jesús Herrera

    Hola, me gustó mucho ¿ Y si mi corazón sangra?…
    Me pareció muy interesante y profunda, gracias por el tiempo que han dedicado a darle forma a esta maravilla

    1. Avatar de Eidly
      Eidly

      Muchas gracias. Tu comentario me motiva a seguir haciendo lo que más me gusta: escribir para conectar la mente con el corazón.

  2. Avatar de Yarenys
    Yarenys

    Bella me gusta la trama

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *