Capítulo XXIV: ¿Y si mi corazón sangra…?


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Capítulo XXIV: ¿Qué pasa con esta tormenta en pleno cielo seco?

 

Mientras Flavio y Laly terminaban de repartir los dulces, Ámber se sentía ansiosa por ser una simple espectadora de la escena “parejita feliz” y no la protagonista de una encarnada escena de celos como había previsto. También se sentía incómoda por el hecho de que nadie la había tomado en cuenta, es decir, resultó ser totalmente invisible.

Cuando ella salió de la oficina de Flavio, salió con una sonrisa triunfal y lo primero que hizo fue hacer contacto visual con Laly. Pero para su sorpresa, Laly solo la miró por breves segundos con una mirada indiferente, apática y hasta compasiva. Después de ello, no  volvió a dirigirle  la mirada, conversaba y se movía grácilmente entre los presentes haciendo caso omiso a su presencia. Finalmente, cuando observó que Flavio agarrado de manos de Laly,  conversaba con sus socios, su pináculo de la tolerancia se quebró.

—Buenas tardes, es un placer conocerlos –dijo extendiendo su mano a cada uno de los socios presentes -soy Ámber socia de Flavio

Todos quedaron: “…???…”

Mientras el señor Domenico y los otros estaban procesando la información, Ámber siguió parloteando, sin percatarse de la mirada fulminante de Flavio (pues la condición que puso Flavio de que asumiría la presidencia, sin abandonar sus proyectos personales, solo era del conocimiento del abuelo y no los demás socios).    

—Escuché todos los halagos hacia Flavio y les diré que esta empresa no pudo haber tomado mejor decisión al darle a Flavio el cargo de Presidente. Personalmente sé lo capaz, inteligente, versátil y buen gerente que es él

—¿Y usted es? –preguntó Domenico con cierto recelo

—Soy Ámber amiga muy íntima de Flavio y su socia

Ámber acentuó la palabra íntima mientras observaba a Laly; los presentes captaron las intenciones. Sin embargo, Laly ni se inmutó. Tenía tanto la cara como la mirada tan serena, fría e impasible como si jamás hubiera notado la presencia de Ámber. Y es que ella sabía cómo tratar a las serpientes altamente venenosas y no morir en el intento.

—¿Y cómo es eso que usted es socia de Flavio? –preguntó Domenico frunciendo el entrecejo

Ámber deseosa de resaltar, no percibió el matiz de disgusto en la pregunta de Domenico, y el hecho de que estaba hundiendo a Flavio

—Pues nosotros estamos en un proyecto…

—Ámber –Flavio cortó sus palabras al notar como el buen ambiente se estaba descomponiendo gracias a la imprudente intervención de Ámber- hace rato dijiste que te retirabas ¿no es así?

A pesar de la interrupción de Flavio, las miradas recelosas de los socios, especialmente de Domenico, y el ambiente en picada, Ámber, cual si fuera sorda, nuevamente abrió la boca para hablar, cuando Laly la interrumpió:

—Señorita Ámber, gracias por haber venido para explicarle a mi esposo las ideas que tienes para tu proyecto. Si ya terminó su visita, puede sentirse libre a retirarse

Ámber dibujó una sonrisa de triunfo porque pensó que estaba dolida: “no me puedes engañar con esa cara indiferente, sé que estás celosa”.      (Mejores historias de amor por amarasleer.com)

—Espero que la señora Stefanelli no se haya sentido mal por mi inocente comentario de ser socia y amiga íntima de su esposo

—No, para nada. Como bien reconociste, soy la señora Stefanelli y es bueno que mi esposo al igual que todos nosotros tenga amigos, claro por supuesto, es bueno saber si la persona que uno elige como amigo realmente lo es. Y en cuanto a proyectos en común, no creo que sea un problema para Flavio, pues sé que es perfectamente capaz de dedicarle todo su corazón, inteligencia y aptitudes a esta empresa, que es el patrimonio de su abuelo y padre, mientras dedica algo de su tiempo a evaluar un proyecto alternativo. Pero tengo entendido que no se ha concretado, por lo que la palabra “sociedad” aún no se puede conjugar en tiempo presente. ¿O me equivoco? Por eso entiendo que todavía no lo  has comentado a la Junta Directiva ¿vedad chiquillo?

Flavio hizo un gesto de agradecimiento a Laly y se apresuró a dar una explicación, cuando vio que el rostro distorsionado de Domenico se estaba relajando.

—Sí, así es, es un proyecto que hace mucho tiempo tengo en mente, mucho  antes de asumir la presidencia, y estoy evaluando su vialidad. La señorita Ámber pasó por mi oficina para hacerme unos comentarios interesantes al respecto

—¿De qué se trata? -preguntó Marco -¿Y por qué hoy no lo mencionaste?

—¿Estás seguro que podrás dedicarte plenamente a la empresa con ese pasatiempo personal? -le lanzó Domenico esa pregunta de escrutinio

Y todos, uno tras otro, empezaron a bombardearlo de preguntas. Flavio quería en ese momento, simplemente desaparecer a Ámber.        (Mejores historias de amor por amarasleer.com)

—Por supuesto que se los pensaba mencionar, pero ¿cómo se vería si en nuestra primera junta le hablara sobre un proyecto personal y no sobre nuestra sociedad, la agenda de trabajo y la proyección futura de nuestra empresa? ¿Sería correcto hacerlo?

—Bueno, es razonable –contestó uno de los socios- pero…

—Además como lo mencioné, solo es una idea que estoy manejando y que está en período de planificación

—Pero deseamos saber bien los detalles al respecto y si afectará o no nuestros intereses –enfatizó Domenico

—Por supuesto, no tardaré en hacerlo. Prometo en la próxima junta hacerlo

—Quizás también a Flavio se le pasó por alto comentarlo debido a la apretada agenda de trabajo del primer día, incluyendo ese detalle tan memorable que tuvo para todos los empleados. Créanme que eso consumió algo de tiempo -terminó Laly infligiendo un poco de cansancio en su voz

—¡Sí claro, por supuesto, me imagino!

—Habíamos olvidado que fue una hermosa y grata sorpresa

El ambiente se volvió a relajar gracias a esas palabras de Laly. Todos volvieron a mirar a Flavio con comprensión y con cierto grado de admiración. Flavio no supo cómo lo hizo, pero definitivamente las palabras de Laly tuvo ese efecto tranquilizador.

—A la altura de un buen gerente –dijo Laly sonriendo satisfecha al notar que el ambiente nuevamente se estaba tornando agradable

—¿Pero entonces bebé vamos a almorzar como habíamos quedado, para seguir conversando sobre el proyecto? -preguntó Ámber con voz coqueta

Como si hubiera caído una bomba, el ambiente nuevamente se destruyó en segundos. Otra vez, todos los presentes quedaron: “…???…” mirando alternativamente a Laly, Flavio y Ámber.

Ya para ese momento Flavio estaba sumamente disgustado y su cara se había distorsionado por completo, preguntándose: “¿por qué rayos Ámber hace esto? ¿Se volvió loca? Sin embargo, ella, lejos de quedarse tranquila, siguió lanzando sandeces sin sentido.

—¡Upss! Perdón, perdón, perdóname señora Stefanelli. Se me escapó ese apelativo. Es que tanto tiempo de amistad  con Flavio, debido a ese grado de confianza e intimidad que existe entre los dos, que a veces  olvido por un momento en donde me encuentro, y se me escapan las palabras, es que la costumbre… ¿no le molesta que yo le diga “bebe” a su esposo?

—En realidad -contestó Laly con la mirada más indiferente que pudiera poner- es asunto suyo si usas ese tipo de apelativos con los maridos ajenos. Si uno se sigue aferrando a lo que no es suyo, a  lo que no le pertenece, terminará creyendo erróneamente que lo es

Y alzando los hombros con indiferencia:

—Psicología humana. Así trabaja y engaña la mente

—Es la primera vez que la señorita aquí presente dice una tontería como esta, nunca antes me había llamado bebé –dijo Flavio visiblemente molesto mientras le salía llamas en la mirada

—¿De verdad? –dijo Laly extrañada- ¿señorita Ámber será que se confundió de amigo? Eso podría pasar si tienes muchos amigos íntimos

—¡Puff! –se le escapó una risa a Marco al ver lo bien que Laly estaba manejando la situación y lo ocurrente de su comentario

Ámber estaba roja como un tomate, y no pudiendo disimular tanto su enojo como su frustración, intentó dar un último golpe antes de morir

—Entonces ¿vamos a almorzar sí o no? -preguntó en tono autoritario

Flavio quedó desconcertado por fracciones de segundos, antes de blanquear la mirada. Y es que jamás había sido un hombre que ocultaba cosas. Si no le gustaba algo, lo mostraba directamente en lugar de esconderse o ser ambiguo. Y en ese momento, la actitud de Ámber había hecho que perdiera cualquier interés en ella y el último vestigio de paciencia. Así que respondió de manera directa:

—No Ámber, no voy a almorzar contigo. Voy a almorzar con mi esposa

—¿Có-cómo? -preguntó incrédula y luego agregó alejándose, sin esconder su enfado -bien, como quieras

—Señor Domenico –prosiguió Laly- no sé porque justamente en estos momentos me viene a la mente unas interesantes palabras que leí

—Despertó mi curiosidad mi señora; me gustaría que las compartiera con nosotros

—“Un rostro hermoso no tiene valor si se combina con un corazón y modales atroces. Esa combinación solo puede conducir al desastre” . ¿Qué opina?

—Ciertas, muy ciertas esas palabras -respondió Domenico frotando su barbilla- y muy profundas

Al notar la sonrisa burlona en los ojos de Laly y de los presentes, Flavio decidió la retirada.

—Bueno, mi esposa y yo vamos a almorzar. Laly recoge tu bolso que nos vamos

—Dame un minuto, ya lo busco

Cuando Laly se fue, Domenico aprovechó en decirle a Flavio:

—Flavio no nos decepciones. Hoy hiciste una buena jugada con ese detalle para los empleados y tuviste una evaluación 9 de 10. Pero rápidamente se desplomó a 6. Luego repuntó a 7. Procura que no siga en picada pues el clima puede variar de repente. Incluso como acaba de suceder, puede haber una tormenta en pleno cielo seco. No dejes que lo poco útil desplace lo valioso

 

Eidly Liz

 

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