Capítulo XXVII: ¿Y si mi corazón sangra…?


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Capítulo XXVII: Un vuelo a San Marino y el  aterrizaje de problemas

 

Luke Flores era un hombre sociable y jovial por naturaleza, alegre y de un humor divertido casi todo el tiempo. Quizás eso se debía en parte a sus orígenes, pues, aunque había nacido en Estados Unidos, sus padres eran nativos de México y la sangre latina que fluía por sus venas, lo delataba. Él siempre daba cierto colorido de alegría a todo lo que hacía o a todo lo que decía. Era el antítesis de Flavio Stefanelli, y sin embargo, contrario a las expectativas, y aunque parecían inmiscibles como el agua y el aceite, lograron ser amigos. De hecho, era el único amigo que tenía Flavio, quien era un verdadero náufrago social.

Luke no se deprimía ante las adversidades y siempre mantenía su buen humor. Era del tipo de persona que se destacaba por su actitud positiva y por tratar de minimizar los conflictos en los vínculos sociales. Sin embargo, una persona con espíritu tan jovial y tan divertida, suele hacer bromas, y Luke estaba ansioso de gastarle unas cuantas bromas a su amigo por su reciente cambio de estado civil. ¿Quién hubiera imaginado que su inaccesible e iracundo amigo sería actualmente un hombre casado? Tenía muchas ganas de ver a Flavio para reírse en su cara y conocer a su “flamante” esposa. Distraído con ese tipo de pensamientos, no percató a una mujer que venía pasando justo delante de él, y aunque trató de retroceder a tiempo, el choque fue inevitable.

—Mis disculpas señora, permítame ayudarla -dijo mientras extendía los brazos para ayudar a la mujer que yacía en el suelo.

Luke estaba muy apenado, pues era una mujer mayor que había tirado al suelo. Mientras la levantaba, un hombre de gabardina negra se acercó apresuradamente a ellos y terminó de ayudarlos.

—Nuevamente me disculpo -dijo Luke angustiado- ¿se lastimó en alguna parte?

—No, no, estoy bien hijo, no se preocupe

—Me disculpo con usted y con su esposo, por estar distraído causé este inconveniente

Doris iba a aclarar que el hombre a su lado no era su esposo, pero el joven se inclinó cortésmente y se despidió, dejándola sin la oportunidad de dar su explicación. Al mismo tiempo, sintió la mirada del señor Elliot encima de su hombro, por lo que se le calentó las orejas, sintiéndose incómoda. Lo bueno fue que la incomodidad duró poco, pues Elliot se puso en marcha, rompiendo la atmósfera inusual.

De lo que no se percataron ninguna de las tres personas, es de un hombre apoyado en una columna que los observaba desde la distancia. Incluso un tigre yace perezosamente con sus garras y dientes ocultos. Él había venido en el mismo vuelo que los tres y venía observando a Luke desde que había retirado su maleta, hasta el momento del choque. Ya había averiguado todo lo relacionado con Luke: sabía quién era y a qué se debía su visita a San Marino y una chispa maliciosa brilló en su mirada. Para Vittorio ya Luke se había convertido en su enemigo.

—”Uno más en la lista”-pensó- “aunque no eres el objetivo principal, sufrirás daños colaterales por ser amigo de mi enemigo”

Luego, se puso en marcha seguido por Jerry  y el resto de su grupo, de su equipo de trabajo.

—“Te deseo a ti y al otro ser humano una miseria sin fondo. Lo sé, soy demasiado cruel, no soy un ser humano decente, pero no puedo evitarlo… ¿qué podemos hacer?”

Y sus labios delinearon una malévola sonrisa. Los seres humanos son los monstruos más aterradores de todos.

 

Eidly Liz

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