Capítulo XIX: ¿Y si mi corazón sangra…?


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Capítulo XIX: Impactos en el Corazón

 

La tenue luz empezó a filtrarse entre las gruesas cortinas, para ir descubriendo dos cuerpos entrelazados, compartiendo latidos y respiración. Laly fue abriendo los ojos lentamente y se encontró con la sorpresa que tenía como almohada el pecho de Flavio.

—“¿Co-cómo ocurrió esto?”-se preguntó aturdida incorporándose lentamente- “¿Cómo fue que me quedé dormida en sus brazos? ¿No sucedió nada irreversible verdad? No, claro que no. ¡Que alivio!”

Aproximadamente una hora después, Flavio fue despertándose poco a poco; no supo cuando se había quedado dormido, ni cuánto durmió ni exactamente qué hora era en ese momento. Sentía que desde el día anterior todo lo que había vivido y lo que seguía viviendo fuese atemporal. Se incorporó y se sentó en la cama buscando coordinar todo en su cerebro. Miró a su lado pero no estaba Laly, sin embargo, quedaba la impresión de su cuerpo allí y algunas hebras de su cabello en la almohada. Se acercó y olió la almohada… sí… estaba impregnada de su perfume. Cuando reaccionó y se dio cuenta de lo que estaba haciendo, se avergonzó de sí mismo por haber cedido a su lado romántico y de un brinco salió de la cama, entró al baño a fin de ducharse para recuperar su característico autocontrol.

Al entrar al baño, notó una nota adherido al espejo. Este contenía una especie de acróstico: SANA

Suelta lo que pesa,

Ama lo que tienes

No olvidando el pasado a fin de

Agradecer lo que llega

Flavio sonrió; obviamente lo había escrito Laly. Mientras se duchaba meditó en el significado de esas palabras. Media hora después ya estaba listo para ir a trabajar, solo le faltaba la corbata. La manera como estaba dispuesto las cosas en el clóset le había facilitado las cosas. Todo estaba tan bien organizado como si lo hubiera arreglado un especialista en clóset.                                              (Mejores Novelas Románticas amarasleer.com)

—“Es sorprendente que Beatrice haya organizado este clóset tan grande de esta manera, no sabía que tenía esas aptitudes” –pensó

Mientras estaba con su monólogo interno, Laly entró en la habitación, pero Flavio no se percató de su presencia, pues aún estaba en el cuarto del clóset. Al salir se dio cuenta que ella estaba allí, radiante, feliz, con la más hermosa sonrisa para regalarle.

—¡Buenos días! –le dijo ella- calculé bien el tiempo, llegué justo a tiempo

—¿Justo para qué?

—Para ayudar a mi esposo con la corbata. Esa que seleccionaste está bien, pero… ¡Hmmm! ¿Qué te parece ésta? Combina más con el color de tu camisa y hace resaltar mejor tus hermosos ojos ¿no te gusta?

Y sin esperar respuesta se acercó a él, se quitó las sandalias y se subió a sus pies

—¿Qué?…¿Qué vas a hacer?

—Soy una enana delante de ti, así que si me subo de esta manera, puedo arreglarte mejor las corbata; solo debes inclinarte levemente, un poco, no mucho

Y al decirlo, tomó a Flavio por el cuello y lo atrajo suavemente hacia ella. Él, apreció su suave perfume femenino y en sus ojos, al encontrarse, pudo ver la sutil caricia que brillaba en ellos. También evaluó la manera en que alzaba el mentón, para luego visualizar sus labios parecidos a unos pétalos de rosas, labios en los que posó su mirada sin ganas de emigrar. Todo aquello lo envolvió en una extraña sensación que él estaba tratando de definir.

—Listo –dijo ella y volvió a bajarse para quedar a nivel de sus hombros

Si Flavio fuera más honesto consigo mismo, reconocería que deseaba que ese momento de intimidad se dilatara un poco más, y buscaría maneras de prolongarlo.

—¿Tan rápido? Debo confesar que quedó bien hecha, eres rápida y eficiente en arreglar corbatas.

—Gracias

—Pero no quizás tan eficiente con el arreglo del clóset

—¿Por qué? ¿No te gustó como lo dejé?

—¿Lo… lo arreglaste tú?

—¡Claro por supuesto! ¿Quién si no yo? ¿Qué tiene de malo como lo arreglé?

—No, más bien quedó perfecto, tanto que pensé que pudo haber sido… ¡olvídalo! ¿Y en qué momento lo hiciste?

—Un día antes de la boda. Habías dejado tus cosas aquí… ¿recuerdas?

—Pero… ¿cómo? Estabas tan ocupada que mandé a Beatrice a hacerlo

—¡Ah sí! Ella vino, pero le dije que no hacía falta su ayuda, pues yo me encargaría… eso también forma parte de las letras pequeñas

Cuando Laly notó que Flavio la miraba con un gran signo de interrogación en la cara, le dijo:

—¡Ay chiquillo! Las letras pequeñas del contrato dicen que las cosas de mi esposo me encargo yo, absolutamente yo y nadie más que yo. Por cierto, baja que te estamos esperando para desayunar

—¿Otra vez vuelves a decirme chiquillo? ¿Has decidido llamarme de esa manera?

—¿Acaso no te gusta? –preguntó de manera divertida y haciendo pucheros

Luego de regalarle otra hermosa sonrisa abrió la puerta y se fue

—Laly, Laly, Laly… tienes cada cosa -respondiendo más para sí mismo que para ella, pero con una agradable sensación en su corazón

Tomó el anillo de bodas que había dejado sobre la mesita de noche. Antes de ponérselo notó un detalle que no había percibido en el momento de la ceremonia, y es que en su interior llevaba grabada la frase “Te amaré por siempre”

—“No había reparado en eso, mientras yo ni me molesté en mandar a escribir en tu anillo. Te amaré por siempre…”            (Mejores Novelas Románticas amarasleer.com)

Y mientras recitaba esa frase, Flavio no se dio cuenta que estaba tocando su pecho mientras una dulce emoción estaba invadiendo todo su ser. 

Eidy Liz

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3 respuestas a «Capítulo XIX: ¿Y si mi corazón sangra…?»

  1. Avatar de Evelyn
    Evelyn

    Me encanta como va desarrollándose la historia.

  2. Avatar de María de Moreno
    María de Moreno

    Esa Laly se las trae, si sigue así, en poco tiempo se ganará el corazón de su amado. Que lindo, ésta historia se está poniendo buena…

    1. Avatar de Eidly
      Eidly

      ❤❤❤

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