Capítulo XXVI: ¿Y si mi corazón sangra…?

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Capítulo XXVI: Una tarde de paseo

por las calles de San Marino

Después de la comida, Flavio le comentó a Laly sobre la primera prueba que le iba a realizar. Fue un acto totalmente impulsivo. Surgió de la necesidad de desquitarse un poco, al notar la sonrisa triunfal de Laly, tras obtener los buenos resultados de la mañana y el giro de los acontecimientos en la oficina. Quería causarle intencionalmente un poco de estrés y ansiedad… “¿desde cuándo era tan infantil?”-se preguntó con una torcida sonrisa en sus labios.

—¿Entiendes lo que te estoy pidiendo?

—¿Estás seguro que no es una venganza contra mí? -preguntó ella con sospecha

—Para nada, confío plenamente en la capacidad de mi esposa como anfitriona de este evento -contestó con picardía mientras negaba con las manos- deseo realizar este evento en un ambiente familiarmente acogedor y… ¿quién mejor que tú? ¿O tienes miedo? Puedes no hacerlo, pero  perderías la primera prueba de los tres pautados

—¿Quién dijo miedo? -preguntó Laly desafiante- lo haré

Ella quería convertirse en la mujer que él no tuviera más remedio que reconocer

—Bien entonces, trato hecho -mientras le tendía la mano con una pícara sonrisa

Los dos se estrecharon las manos en señal del acuerdo establecido. Flavio pagó la cuenta y salieron del restaurante. Pero al salir, Laly le propuso caminar un rato por las calles de San Marino, alegando que él tenía muchos años fuera del país. Algunas cosas habían cambiado y algunos lugares también.

—No creo que haya muchas variables. En San Marino parece que el tiempo se detuvo

—Pero aún así debe haber muchos lugares que habrás olvidado. Me ofrezco a ser tu guía turística; ven vamos

Y tomándolo del brazo simplemente lo arrastró. Estuvieron caminando un rato por los alrededores de la plaza de La Libertad. Luego visitaron algunas tiendas, curioseando algunos de sus productos. Laly aprovechaba algunos lugares pintorescos para sacar fotos junto a él en diferentes poses.

—¿Cómo salieron? ¿Hermosas verdad? -preguntó Laly mientras le mostraba a Flavio las fotos sacadas

Flavio se acercó a ella. El acercamiento fue tanto que juntaron sus cabezas cuando él se inclinó a mirar, mientras Laly aprovechó ese momento para detallarlo a él, en lugar de las fotos.                            Novela Romántica por amarasleer.com

— “¿Es posible enamorarse del mismo hombre uno y otra vez cada día que pasa?”-pensó mientras Flavio miraba las fotos

Así transcurrió más de media hora paseando, sacándose fotos, visitando tiendas y riéndose de cualquier tontería que se le ocurriera a Laly. Ella parecía una niña alegre que no había perdido la capacidad de asombro ante cualquier detalle, cualquier novedad, cualquier pequeñez. Disfrutaba plenamente de todas esas cosas: de ponerse un sombrero, una bufanda para el cuello, hacer poses al lado de los maniquíes de las tiendas y reírse plenamente ante la más mínima tontería. Curiosamente Flavio se sintió a gusto, sin ningún tipo de estrés. Al lado de ella sentía calidez, lo que lo hizo dudar una vez más, de su determinación de separarse de ella.

—“Siento algo por Laly, pero no se puede llamar amor, ¿verdad? -se preguntaba a sí mismo mientras la observaba con ternura

Estuvieron deambulando un rato sin rumbo fijo, hasta que llegaron a una calle que hizo que Flavio instintivamente se detuviera en el acto. La misma calle que le causó un  flashback el día que se dirigió por primera vez a la oficina de su abuelo. Una calle que lo sumergió en un estado complejo y desagradable: añoranza, ansiedad y nerviosismo. Todo tipo de emociones lo golpearon como una ola.

.—” Papá mira ¿me vas a comprar mi revista de cómic favorita? ¡Anda papi por favor!”

Flavio al percatarse que estaba cerca de allí, retrocedió automáticamente. A veces nuestros temores responden a motivos que no sabemos explicar. Algo que nos causa un miedo intenso, quizás a otra persona le parezca ridículo. Laly contuvo el aliento al detectar un destello de dolor antes de que él apartara la mirada y dijera:

—Regresemos, suficiente paseo por hoy -dijo con una expresión complicada en su rostro- tengo cosas que hacer en la oficina. Y tú, es mejor que regreses a casa

Y volviendo a su habitual aspecto gélido dio la vuelta para regresar. Laly comprendió rápidamente que quizás ese lugar en particular había hecho despertar algún recuerdo doloroso, pero aún así, no quería terminar el paseo de forma tan brusca… entender y aceptar eran dos cosas completamente diferentes. Sin embargo, siguiéndolo en silencio, pensó que había logrado avanzar mucho con él y que quizás era mejor dejar las cosas así por los momentos. Se resolvió con todo su ser, seguir ayudándolo. Deseaba que cuando él estuviera preparado para hacer frente a su temores, ella estuviera allí para ayudarlo.

 

Eidly Liz

 

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